Espacios peligrosos

espacios-peligrosos

 

«No existe nada como la responsabilidad de lxs
agresorxs en las comunidades radicales porque no
existen estas comunidades – no cuando se trata de
asalto sexual y abuso. Si algún día hacen una encuesta
honesta verán que no estamos de acuerdo. No
hay consenso. La comunidad en este contexto es un
término mítico frecuentemente utilizado y a menudo
incorrectamente. No quiero involucrarme más en
esto.
Creo que es hora de que abandonemos estos falsos
juegos lingüísticos que usamos y que volvamos al
modelo antiguo. Extraño los días en que se consideraba
razonable simplemente darle una paliza a alguien
y ponerlx en el siguiente tren que salía de la ciudad
– al menos este intercambio era claro y honesto. He
pasado demasiado tiempo con ambxs supervivientes
y perpetradorxs ahogándonos en un delirio de palabras
que no llevaban a la curación y ni siquiera a la
maldita catarsis.
Estoy cansadx de que se use el lenguaje de la
responsabilidad para crear categorías mutuamente
excluyentes de “jodidx” y “dañadx”. Encuentro que el lenguaje de “superviviente” y “perpetuadorx” es ofensivo porque no muestra todas las maneras en las que el abuso es una dinámica entre partes. (Aún así voy a usar estos términos porqué son el marco común que tenemos).
Lxs anarquistas no son inmunes a las dinámicas de abuso – hasta ahí todxs podemos estar de acuerdo – pero he llegado a darme cuenta cada vez más de que no podemos mantenernos a salvo lxs unx a lxs otrxs. Enseñando modelos de consentimiento mutuo funcionales es un buen principio, pero nunca será suficiente: la socialización del género, la monogamia – las mentiras de exclusividad y el atractivo del “amor” como propiedad son demasiado fuertes. La gente busca estos niveles de intensidad cuando el rollo es nuevo, cuando esta intimidad obsesiva sienta bien y luego no sabe como gestionar un cariño más desgastado.
Este es el tema del patriarcado: es jodidamente omnipresente; y este es el tema de ser anarquista o de intentar vivir libre, feroz, y sin disculparse: nada de esto te salva de la violencia. No hay ningún espacio que podamos crear en un mundo tan dañado como este en el que vivimos que sea libre de violencia. Que podamos llegar a pensar que es posible nos dice mucho más sobre nuestro privilegio que de otra cosa. Nuestra única autonomía reside en cómo nosotrxs mismxs negociamos y usamos el poder y la violencia.
De verdad quiero enfatizar algo: no existen los espacios seguros bajo el patriarcado o el capitalismo a la luz de toda la dominación sexista heteronormativa, racista, clasista, etc. bajo la cual vivimos. Cuanto más intentemos y pretendamos que la seguridad pueda existir a nivel comunitario, más decepcionadxs y traicionadxs se sentirán nuestrxs amigxs y amantxs cuando experimenten violencia y no reciban apoyo. Hasta ahora hemos estado hablando sobre muy buenas estrategias de juego, pero esto no se está traduciendo en resultados.
Hay muchos problemas en el modelo actual: las muy distintas experiencias de asalto sexual y relación abusiva se ponen en el mismo saco. Los procesos de responsabilización apoyan la triangulación* en lugar de la comunicación directa, y porque no se provoque el conflicto, la comunicación más honesta es evitada.

¡La confrontación directa es buena!

Evitarla no permite nuevos entendimientos, liberar la catarsis, o la eventualidad
del perdón que el intercambio de cara a cara puede producir.
Hemos creado un modelo donde todas las partes están simplemente
llevadas a negociar cómo evitar verse o cómo compartir espacios.
Algunas demandas/promesas imposibles vienen impuestas y en nombre
de la confidencialidad, vienen dibujadas en la arena las líneas en base a
generalidades. Tienes que cargar con tu mierda, pero no puedes hablar
en detalle sobre lo que te pasó y no os podéis hablar elx unx alx otrx.
El modelo actual crea más silencio: sólo pocas personas especializadas
ofrecen información sobre lo que ha pasado, pero todo el mundo espera
emitir un juicio. Hay poca transparencia en este proceso.
En el intento comprensible de no desencadenar o causar más dolor
hablamos entre nosotrxs en círculos siempre más abstractos donde un
momento o una dinámica entre dos personas se cristalizan sin poder
cambiar o progresar. Lxs “perpetradorxs” se vuelven en la suma total
de sus peores momentos. Lxs “supervivientes” elaboran una identidad
alrededor de la experiencia violenta que a menudo les tiene atascadxs en
este un momento emocional. La comunicación cuidadosa y no-violenta
de la responsabilidad no deja curarse. He visto como este proceso ha
dividido a un montón de movimientos, pero nunca lo he visto ayudar a
las personas a sentirse suportadas, a retomar el poder o a sentirse nuevamente
segurx.
La violación te desgarra: la pérdida del control corporal, la manera en
que estos sentimientos de impotencia vuelven en ti, la manera en que te
privan de cualquier ilusión de seguridad o sanidad. Necesitamos modelos
que ayuden a las personas a tomar otra vez el poder y necesitamos
hacer una llamada a la venganza, al control y al destierro del modelo
actual por lo que es: venganza.
¡La venganza está bien, pero no pretendamos que no sea contra el poder!
Si la violencia vengativa y deshonrosa es lo que tenemos que trabajar
entonces vamos a ser honestxs. Escojamos las herramientas si queremos
decir honestamente qué es lo que queremos hacer. En el medio de
esta guerra necesitamos mejorar y entrar en conflicto.
Abuso y violación son consecuencias inevitables de esta sociedad enferma en que tenemos que vivir. Tenemos que destruirla, pero mientras tanto, no podemos escondernos de ella o de la manera en la que influencia nuestras relaciones más personales.

 

*La triangulación es el proceso a través del cual dos personas involucradas en un conflicto no hablan directamente, sino a través de unx o más mediadorxs.»

 

Extraído del apartado: La seguridad es una ilusión: reflexiones sobre la responsabilización